martes, 15 de octubre de 2019

La interseccional

Arriba, progres de la tierra,
en pie, tuiteros de sillón,
fundemos un sonoro hashtag
para otra nueva opresión.

El patriarcado hay que hacer añicos,
legión aliada, a obedecer.
El mundo hay que hacer vegano
y el especismo detener.

Estribillo (x2)
Agrupémonos todes
en la lucha parcial,
el género humano
es interseccional.

Ni datos, ni hechos ni argumentos
le dan a nadie la razón,
nosotres mismes la llevamos
a partir de la emoción.

Para hacer que el "fascismo" caiga
y en nombre de la libertad,
busquemos algo que en el fondo
le beneficie al capital.

Estribillo

El frente unido proletario
es simplista y discriminador,
buscando nuestras diferencias
lograremos nuestra unión.

Basta ya de teorías cis hetero
del hombre blanco occidental,
les referentes para el cambio
son Davis, Foucault y Beauvoir.

Estribillo

sábado, 26 de septiembre de 2015

Psicopatología

La psicopatología es el estudio de conductas o patrones de conducta que no resultan adaptativos para el sujeto; es decir, grosso modo estudia lo que una persona hace, e identifica las características que hacen que esa persona no se pueda desenvolver con normalidad en su vida cotidiana. Como las demás ciencias, la psicología se deforma al llegar al grueso de la sociedad, y queda definida por estereotipos muy equivocados con lo que en realidad es.


El estereotipo más común es "si vas al psicólogo es que estás loco". Pero ¿qué es estar loco? Todo el mundo tiene más o menos un concepto de lo que es estar loco, pero más que el concepto lo que interesa es el estigma que representa. Hay que evitar a "los locos", la "locura" es contagiosa, los "locos" son un grupo de enfermos que, cual leprosos, no merece la pena tener en cuenta y lo mejor es tenerlos lejos y encerrados, según dicen, por su propio bien, aunque en el fondo lo que se busca es el bienestar propio.


Este estereotipo es falso y con suerte está desapareciendo poco a poco, pero como todo en la vida, una respuesta es la puerta a preguntas ulteriores. Como pregunta me planteo ¿con qué autoridad la psicopatología dice lo que son personalidades/conductas correctas o incorrectas?


No se debe tomar este texto como una ofensa a la psicología, y en especial a la psicopatología, sino más bien como un intento de mirada crítica, ya que una mente crítica tiene que ver desde un punto de vista objetivo incluso lo más cercano, lo más consensuado y lo más querido; difícil intento humano por alcanzar las verdades absolutas.


Como una pequeña incisión en la etiología de una psicopatología, todos los trastornos mentales no son más que la respuesta de una persona ante estímulos negativos/amenazantes de su contexto, con la mala suerte de que esta respuesta no está considerada como correcta, rompe reglas o en conjunto no es buena para la persona —interpretando aquí algo bueno como lo que está orientado a lograr ovjetivos vitales del individuo—. Tal respuesta está mediada por la personalidad del individuo, y aquí es donde se plantean los dos factores. Por un lado está el individuo con su personalidad, por otro está el grupo/la sociedad con sus abstractas y relativas normas de conducta.


Intervenir en el grupo/contexto es una posible solución, dirigir la sociedad en un cambio lento por un camino en el que casos atípicos como las personas con psicopatología puedan ser quienes son (mantener su personalidad), sin que estas personas se desarrollen o se desenvuelvan de forma que puedan crear conflictos.


Un ejemplo puede ser una sociedad en la que la vida fuera menos estresante, en cuyo caso los trastornos relacionados con la ansiedad se verían reducidos; o una sociedad con relaciones afectivas o comunicación mayor, en cuyo caso los trastornos relacionados con la depresión se verían igualmente reducidos.


Es una alternativa teóricamente posible, pero nos encontramos ante el titánico muro que supone que la mayor parte del mundo esté regido por el capitalismo. El capitalismo y sus consecuencias es algo de lo que se puede debatir largo y tendido, pero para no perder el hilo del texto, es mejor obviar (al menos en este caso) que la dificultad que supone romper esa barrera escapa a las posibilidades de la psicología.


Así pues, solo nos queda la intervención en el individuo, y aquí es cuando llego al quid de la cuestión. Para intervenir en el individuo se busca modificar conductas, patrones de conducta, pensamientos, exposición a ciertos estímulos, ... defínase como quiera, pero lo que se cambie tiene que ser lo mínimo y con la mayor eficacia posible. Hablar de "modificar" a una persona hace que el concepto "ética" resuene en el trasfondo, pero en este caso se tiende a no entrar en debate, ya que las terapias van dirigidas a mejorar la calidad de vida de las personas (al menos desde lo que la sociedad en su aparente justicia dicta). Es decir, en este caso el fin justifica los medios.


Todo parece bien ordenado, correcto y benigno, pero como dije al principio, siempre hay que mirar algo con mirada crítica, y para hacerlo hemos de coger un ascensor que nos lleve a las altas esferas del pensamiento. Toca mirarlo desde lo trascendental. Y aquí va una postura opuesta, reitero, no para difamar, sino para observar ambos puntos de vista:


¿Qué da derecho a una persona para que deliberadamente modifique la personalidad de otra? ¿Acaso el agente de la psicopatología conoce un camino que el paciente desconoce? ¿Acaso el agente sabe que el camino que él/ella considera correcto asegura la supervivencia? Nada nos puede asegurar la supervivencia, ya que (como conclusiones del darwinismo) la supervivencia de un individuo o grupo solo puede ser asegurada una vez que ha conseguido sobrevivir; no existe lo válido o lo correcto o el camino a seguir en términos de supervivencia, y si existe, solo se sabrá cuando ya se haya sobrevivido, es decir, demasiado tarde para intervenir.


Siendo este párrafo un paréntesis, quizá me sienta influido por mis opiniones sobre la medicina, ya que la psicopatología es la ciencia más cercana a esta dentro de la psicología; y en resumen, una consecuencia negativa de la medicina es que nos vuelve débiles ante el entorno si prescindimos de esta. Caso aparte es el hecho de que, como especie, nuestra estrategia haya sido adaptar el entorno a nosotros de forma extrema. Pero este es otro debate del que se puede hablar largo y tendido. Fin del paréntesis.


¿El hecho de redirigir la conducta hacia lo considerado como correcto no es acaso una poda del mecanismo de variación de la Selección Natural? Espero que se me corrija si me equivoco. Y tal poda puede traer como consecuencia mayor homogeneidad en el grupo, lo que nos vuelve vulnerables ante grandes peligros, es decir, somos más vulnerables ante el mecanismo de selección de la Selección Natural. ¿No es esto contraproducente para la especie? Si se está de acuerdo con la opinión de este párrafo, buscar su causa sería volver a la discusión de la naturaleza de la sociedad en la que vivimos, así como dato, y en dato se queda porque ya hablé al respecto.


Y como colofón y en relación a los párrafos anteriores volvemos a los estigmas. La estigmatización de la psicopatología y de la gente que los padece los reduce a una condición inferior al tipo de persona considerado como normal (o correcto, de nuevo basándonos en las normas sociales). Esta forma que tienen de ser percibidos y la propia presión del funcionamiento de la sociedad impiden que naturalezas de individuos distintas a las "correctas" puedan tener un desarrollo tan ventajoso como el desarrollo del que gozan las personas "normales", reduciendo sus posibilidades de supervivencia y de identificación como grupo, atacando de frente a la variación anteriormente citada y dirigiéndonos (al menos estadísticamente) a una menor posibilidad de alcanzar lo que en fin último, y personalmente, considero el objetivo de la humanidad como conjunto: la supervivencia.

miércoles, 29 de abril de 2015

El campero

El campero nunca se rinde. Se mantiene firme y alerta, tiene la convicción de que su oportunidad llegará y eso es lo que lo diferencia de ti. Mientras el común de los mortales baja la guardia, él avanza en la obscuridad sin ser visto. Cuando aparece la oportunidad de oro, él actúa de inmediato mientras tú te haces a la idea de lo que ocurre.

El campero tiene las poderosas armas de la planificación, la improvisación y la perseverancia. No desaprovecha su tiempo; ahí donde lo ves quieto, planea e imagina posibles situaciones, siempre un paso por delante tuya. Ahí donde creas que ha bajado la guardia, ahí donde creas que se ha rendido, ahí será donde mejor pueda asestar su golpe. El campero no tiene compasión, ya que nadie la tuvo con él. Es un incomprendido que únicamente lleva su modo de vida de la mejor forma que sabe vivirla. Rozando la psicopatía, tiene la mente de un genio. Juega contigo a un ajedrez abstracto y de múltiples niveles en el que nunca quisiste empezar partida, pero él te obligó a seguir la que él había organizado y empezado.

El campero, esa figura desplazada de lo que es normal y políticamente correcto, con una fachada de normalidad y una personalidad fría y calculadora.

Despechado por la gente común, se mueve en el sigilo, busca su oportunidad, mueve hilos, la encuentra y actúa de forma que nada podría impedírselo. ¿Lo odias? Pues solo tienes una forma de combatirlo, amigo mío, volviéndote peor que él. Si es que puedes.

domingo, 11 de enero de 2015

Neurotransmisores

Neurotransmisores y hormonas, si es que hay diferencia entre ellos.

Al fin y al cabo no somos más que adictos patológicos a los neurotransmisores. Estos son los que nos mueven, los que nos hacen seguir objetivos, los que nos motivan a continuar en las peores etapas, los que nos hacen disfrutar de los placeres más trascendentales o los más carnales y mundanos.

Seguimos un compendio de principios (definidos o ambiguos) que son lo que llamamos educación, saber estar, buen comportamiento, adaptación, personalidad atrayente o cualquier nombre más que no describe nada distinto de lo que es en el trasfondo: una cuidadosa y escrupulosa estructuración de la dosis de neurotransmisores que nos chutamos, aprendida y pulida desde la más inocente infancia hasta ya bien entrados los años.

hablando desde lo socialmente bien o mal visto se tiene el valor de tachar de incorrecto a aquellos que usan estimuladores de la neurotransmisión o sucedáneos de los mismos (las comúnmente llamadas drogas), cuando no hay más que mirar al ser humano para darse cuenta de que los consumidores de drogas (legales o ilegales) son el vivo reflejo de la sociedad que los ha parido. Una distinción arbitraria como otras tantas que ha hecho el ser humano desde los principios.

Aunque el objetivo de esta crítica no es la justificación del consumo de drogas, sino más bien lo contrario: esto es una nota de desprecio a todo tinte animista que pueda tener el conocimiento humano. Escupo en el animismo. Ya es hora y si no es, apuesto lo que sea a que tarde o temprano lo será de que desaparezcan explicaciones del alma, la inteligencia, la voluntad, la motivación o cualquier cosa por el estilo basadas en algo abstracto.

El ser humano ya ha sido bajado de muchos pedestales a golpe de evidencia. Quizás ya tenga que bajar de otro más, dejar de creer que hay algo trascendente y abstracto por encima de todo nuestro ser y darse cuenta de que todo este ser no es más que el producto de una (eso sí) compleja y estructurada red de neuronas, que a lo mejor nunca seremos capaces de comprender porque a la limitación de sus conexiones estamos encadenados.

Con la genética surgida y desarrollada desde Darwin dimos el salto de lo cualitativo a lo cuantitativo en relación a la procedencia y exclusividad del ser humano. Quizás (aunque ojalá no se quede en el quizás) con la memética de Dawkins demos el salto de lo cualitativo a lo cuantitativo en relación a la procedencia y exclusividad de la mente humana.

Por un lado todo esto es en gran medida desolador dicho desde y para la condición de humanos en la que nos encontramos.


Aunque por otro lado hay que pensar que quizás los árboles no nos permitan ver el bosque, por lo que la mejor forma de comprender al ser humano sería usando la propia deshumanización, quitarnos todo lo que nos hace humanos. Dicho de otro modo, un enfoque nihilista, donde no existe el concepto de motivación, aunque tampoco el de desolación.

miércoles, 3 de diciembre de 2014

Psicología y ciencia

La aplicación de la biología (y sus técnicas presentes y futuras) a la psicología ofrece un campo de cultivo inmenso. Abundantes resultados y mucho tiempo por delante para interpretarlos, reunir regularidades y formular leyes desde un punto de vista aún más completo y exhaustivo que el que tuvo el conductismo en sus buenos años '50-'70.

A pesar de lo radical del susodicho conductismo, no le debemos restar la hazaña de sus grandes contribuciones en explicación/control/predicción de la conducta humana (tanto de forma directa como mediante su influencia en otras teorías no conductistas).

Nuevamente el "fantasma de los extremos" de la psicobiología hace temer a las corrientes psicológicas, esta vez acusado de ser un radical del reduccionismo biologicista, críticas procedentes en parte de la vieja escuela conductista (que ya perdió su hegemonía), en parte de otras corrientes de menor calibre —unas ya casi extintas y otras con blandos cimientos— que ni me molesto en mencionar.

¿No es acaso el desarrollo de los extremos al nivel del resto lo que nos hace tener una visión de conjunto mayor? ¿Quién fue el listo que puso de moda la frase "todos los extremos son malos"?

Según mi forma de ver (y esto ya es reflexión personal), todo esto no responde más que a la aplicación de los principios de la Selección Natural sobre las ciencias: variación y selección.

La variación haría referencia a la proliferación de nuevas teorías/doctrinas/escuelas/visiones, y al desarrollo de estas hasta que todas tengan un nivel suficientemente respetable como para que haya que dar (figuradamente) un paso atrás y poder verlas todas en conjunto.

La selección haría referencia al establecimiento de patrones fijos, de regularidades comunes a todas esas teorías ya desarrolladas, para así vislumbrar una nueva y simplificada teoría que las explique a todas.

No soy experto en ciencias, pero esta es (sin saber si hay otras que desconozca) la forma en que la ciencia avanzaría en general, pudiendo con el paso de los años llegar a lo que tantos afines a las ciencias deseamos, una puta Teoría del Todo.

Quería acabar la entrada con esta pregunta retórica/orientativa, así que volviendo a la psicología:

¿Surgirá un Skinner de la psicobiología, o es que con la Nueva Historia se ha acabado el tiempo de las grandes figuras?

lunes, 13 de enero de 2014

¿60? ¿Por qué no 100 o 50 o algún número aparentemente redondo o de índole similar? ¿Por qué son 60 minutos los que tiene una hora?

A decir verdad, el 60 es un número bello, tanto matemática como antropológicamente. He aquí un breve análisis de la naturaleza del 60.

Pare empezar y simplificar, divido el 60 entre dos de sus divisores para analizarlos por separado, el 10 y el 6.

El número 6 es un número a fin de cuentas bello, desde el punto de vista matemático. Todos sabemos (implícita o explícitamente) que ningún número (en el conjunto de números naturales N) puede dividirse entre ningún otro mayor que su mitad. Bien, exceptuando estos, el 6 puede dividirse por todos los números que lo preceden (1, 2 y 3).

No solo esta propiedad es la única, cabe igualmente resaltar que el 6 es un número perfecto. Para los no afines a la ciencia exacta, esto se traduce en que la suma de sus divisores resulta tal número (es decir, 1 + 2 + 3 = 6)

Su divisibilidad parece condición necesaria y suficiente como para que abandere un divisor del producto que nos rige día a día.


Por otro lado está el 10 y su significado cultural. 10 es la base en la que hemos contado desde allá el siglo V (véase Tª de la Computación). Son 10 los dedos que tenemos en las manos, partidos entre sus divisores: 2 manos con 5 dedos cada una. El 10 por su historia está presente en todas las situaciones de la vida.

En el lado matemático, el 5 es un número lleno de misticismo —sí, "misticismo" y "matemáticas" están presente en un mismo texto sin que pierda la coherencia o la realidad— por temas religiosos y místicos que no considero que merezcan mención. Sí por otra parte cabe destacar las matemáticas ocultas en la estrella de 5 puntas, donde en distintas secciones se encuentra la proporción áurea, el número de Dios Φ.

Todo esto hace que el 10 merezca tanto como el 6 la presencia en la hora.

Con todo esto y para concluir, la curiosidad de que el 60 es divisible entre 1, 2, 3, 4, 5 y 6; haciendo de este un número versátil, haciéndolo preferible a cualquier otro número aparentemente más lógico como sería (y de hecho lo fue en la Revolución Francesa) el 100.

viernes, 5 de julio de 2013

Breve reflexión sobre nuestra civilización.

¿Cómo vemos a las civilizaciones del pasado a las que calificamos como ilustres? Me estoy refiriendo no solo a civilizaciones como Roma, Grecia o Mesopotamia, sino también a corrientes de pensamiento tales como la Ilustración o el Renacimiento. Vemos que destacan porque fueron sobresalientes en su entorno cultural, porque en medio de formas de vivir menos entregadas a lo perpetuo (y por razones más concretas que seguramente los antropólogos podrán definir) ellos eligieron el camino del conocimiento. Fueron los precursores de lo que en teoría hoy en día se intenta, saber más y mejor, y porque si hoy tenemos lo que tenemos y vemos lo que vemos, es porque estamos subidos a hombros de estos gigantes ancestros (haciendo alusión a la analogía que usó Newton en su momento).

En resumen, consiguieron conocer lo que los/nos rodea y encontrar porqués tras porqués, poniendo toda esa base de conocimiento a su/nuestra disposición; hicieron que hoy en día se considere como normal lo que hace siglos solo se podría (como mucho) haber vislumbrado en obras literarias como las de Julio Verne, o haber pasado por la imaginativa mente de algún investigador antes de caer en el olvido para que este siguiera con su trabajo rutinario.

Los vemos como los vemos porque somos como somos. En esta cosmovisión enfocada a progresar, alabamos a los que ya hace tiempo hicieron relativamente más avances en peores condiciones, y por eso ocupan parte de nuestros libros.




¿Cómo nos vemos actualmente? Hay puntos de vista para todo, quizás esa sea la clave de que el mundo avance, un hervidero de ideas generalizado. Algunas de esas ideas avanzan y crean nuevas corrientes y doctrinas, con sus respectivos avances, para tarde o temprano morir o ser desbancadas por otras que ofrezcan mejores mejoras. Otras se quedan estancadas, encontrando único refugio latente en los escritos y a la espera de que en un futuro alguien avive esa alegórica llama escondida en el ascua conceptual bien resguardada de los elementos, que la desvirtuarían.

Unas mentes dicen que vamos en el camino hacia el futuro, otras que nos dirigimos a la inminente destrucción, y entre esos dos extremos se encuentra un amplio gradiente que se decanta gradualmente más por un polo u otro.

En cierto modo se me asemeja a una versión mental de la evolución: una variación constante (y aparentemente aleatoria) de organismos que luchan entre sí, usando cada cual las armas que posee, tras lo cual los que sobreviven son los dotados de expandir su propio orden de las cosas, creando así la simple pero muy potencial base para una comunidad que avanza en el tiempo y en el espacio. Así es la idea de la evolución de la vida; así es la vida de la evolución de las ideas. Tal vez fue esto lo que vio Dawkins montado a hombros de Darwin y ayudándolo a componer su teoría de los memes.

Recapitulando y un poco como comentario personal, en el primer párrafo citaba que nos fijamos en esas civilizaciones antiguas porque fueron nuestros predecesores en pensamiento, en el ámbito evolutivo nos fijamos en las especies (o ideas) que consiguen sobrevivir ya que de un modo u otro nosotros somos supervivientes (biológica y cosmovisualmente hablando). Quizás sólo nos interesamos en conocer nuestro entorno para considerarlo una prolongación de nosotros mismos, una parte de nosotros, o que incluso nosotros y nuestro entorno formamos parte de un todo. En tal caso tendrían un punto a favor las corrientes teológicas-filosóficas del panteísmo, o algo a lo que personalmente soy adepto como esta idea del astrofísico Neil deGrasse de que mirar las estrellas (sin ánimo de ponerme poético) no es más que mirarnos a nosotros mismos.

En resumidas cuentas y casi como conclusión, quizás no podamos definirnos a nosotros mismos porque no podemos determinarnos como punto fijo, sino que solo podemos determinar a algo respecto a una referencia, que en este caso somos nosotros. Como nota al lector, puede que haya notado una atrevida pincelada de conceptos básicos de la física de Newton en la última frase, con la cual no estoy del todo seguro de si continúo escribiendo desde la imparcialidad que en un principio pretendí.




¿Cómo nos verán los habitantes del futuro? A no ser que seamos la excepción de la regla (mucha excepción tendríamos que ser para saltarnos esa regla) nuestra civilización acabará como ya han acabado todas las extintas. Nuestras corrientes de pensamiento se extinguirán o avanzarán hacia otras más desarrolladas, quedaremos obsoletos. En ese momento, los habitantes del futuro no podrán vernos mirando a su alrededor, y solo podrán juzgarnos por una cosa: nuestros hechos.

La forma en que nos verán tales habitantes depende de dos factores; por una parte depende de su propia naturaleza y por otra depende de la nuestra: viendo el camino que han seguido podrán determinar desde qué punto de vista nos ven. Si han avanzado lo suficiente como para desbancarnos abierta y exponencialmente, nos verán como una cultura que no supo destacar históricamente. Si por el contrario avanzan con más lentitud de la que hoy en día lo hacemos, nos verían como una cultura avanzada para nuestra época. Entrar en más detalles sería desarrollar lo que ya está dicho en su esencia.

Personalmente, preferiría que en un futuro nos miraran con desprecio, ya que eso supondría que el avance que han alcanzado es mucho mayor que el avance del que disponemos hoy en día. Aunque esto no es más que un deseo personal. El hecho de que destaquemos en lo que (según la concepción general) nos hizo destacar. En mis idílicas imaginaciones de ese futuro, veo una civilización humana de emigrantes a otros planetas de otros sistemas solares por la superpoblación que ha supuesto el hecho de que podamos haber vencido por fin a la muerte, por eso y por el avance científico que supondría; un nuevo campo de exploración como en su tiempo lo fue expandirse por el mundo, descubrir América o poder por fin salir de la Tierra. Pero como ya bien he dicho, esto no es más que una idea personal.




Seguimos por suerte o por desgracia residiendo en este presente continuo, en el que como hace la ciencia o como ya desde hace mucho ha hecho la evolución, tiramos de lo que el pasado nos ha concedido para labrar en un presente una base para estar un poco más arriba en el futuro.