viernes, 5 de julio de 2013

Breve reflexión sobre nuestra civilización.

¿Cómo vemos a las civilizaciones del pasado a las que calificamos como ilustres? Me estoy refiriendo no solo a civilizaciones como Roma, Grecia o Mesopotamia, sino también a corrientes de pensamiento tales como la Ilustración o el Renacimiento. Vemos que destacan porque fueron sobresalientes en su entorno cultural, porque en medio de formas de vivir menos entregadas a lo perpetuo (y por razones más concretas que seguramente los antropólogos podrán definir) ellos eligieron el camino del conocimiento. Fueron los precursores de lo que en teoría hoy en día se intenta, saber más y mejor, y porque si hoy tenemos lo que tenemos y vemos lo que vemos, es porque estamos subidos a hombros de estos gigantes ancestros (haciendo alusión a la analogía que usó Newton en su momento).

En resumen, consiguieron conocer lo que los/nos rodea y encontrar porqués tras porqués, poniendo toda esa base de conocimiento a su/nuestra disposición; hicieron que hoy en día se considere como normal lo que hace siglos solo se podría (como mucho) haber vislumbrado en obras literarias como las de Julio Verne, o haber pasado por la imaginativa mente de algún investigador antes de caer en el olvido para que este siguiera con su trabajo rutinario.

Los vemos como los vemos porque somos como somos. En esta cosmovisión enfocada a progresar, alabamos a los que ya hace tiempo hicieron relativamente más avances en peores condiciones, y por eso ocupan parte de nuestros libros.




¿Cómo nos vemos actualmente? Hay puntos de vista para todo, quizás esa sea la clave de que el mundo avance, un hervidero de ideas generalizado. Algunas de esas ideas avanzan y crean nuevas corrientes y doctrinas, con sus respectivos avances, para tarde o temprano morir o ser desbancadas por otras que ofrezcan mejores mejoras. Otras se quedan estancadas, encontrando único refugio latente en los escritos y a la espera de que en un futuro alguien avive esa alegórica llama escondida en el ascua conceptual bien resguardada de los elementos, que la desvirtuarían.

Unas mentes dicen que vamos en el camino hacia el futuro, otras que nos dirigimos a la inminente destrucción, y entre esos dos extremos se encuentra un amplio gradiente que se decanta gradualmente más por un polo u otro.

En cierto modo se me asemeja a una versión mental de la evolución: una variación constante (y aparentemente aleatoria) de organismos que luchan entre sí, usando cada cual las armas que posee, tras lo cual los que sobreviven son los dotados de expandir su propio orden de las cosas, creando así la simple pero muy potencial base para una comunidad que avanza en el tiempo y en el espacio. Así es la idea de la evolución de la vida; así es la vida de la evolución de las ideas. Tal vez fue esto lo que vio Dawkins montado a hombros de Darwin y ayudándolo a componer su teoría de los memes.

Recapitulando y un poco como comentario personal, en el primer párrafo citaba que nos fijamos en esas civilizaciones antiguas porque fueron nuestros predecesores en pensamiento, en el ámbito evolutivo nos fijamos en las especies (o ideas) que consiguen sobrevivir ya que de un modo u otro nosotros somos supervivientes (biológica y cosmovisualmente hablando). Quizás sólo nos interesamos en conocer nuestro entorno para considerarlo una prolongación de nosotros mismos, una parte de nosotros, o que incluso nosotros y nuestro entorno formamos parte de un todo. En tal caso tendrían un punto a favor las corrientes teológicas-filosóficas del panteísmo, o algo a lo que personalmente soy adepto como esta idea del astrofísico Neil deGrasse de que mirar las estrellas (sin ánimo de ponerme poético) no es más que mirarnos a nosotros mismos.

En resumidas cuentas y casi como conclusión, quizás no podamos definirnos a nosotros mismos porque no podemos determinarnos como punto fijo, sino que solo podemos determinar a algo respecto a una referencia, que en este caso somos nosotros. Como nota al lector, puede que haya notado una atrevida pincelada de conceptos básicos de la física de Newton en la última frase, con la cual no estoy del todo seguro de si continúo escribiendo desde la imparcialidad que en un principio pretendí.




¿Cómo nos verán los habitantes del futuro? A no ser que seamos la excepción de la regla (mucha excepción tendríamos que ser para saltarnos esa regla) nuestra civilización acabará como ya han acabado todas las extintas. Nuestras corrientes de pensamiento se extinguirán o avanzarán hacia otras más desarrolladas, quedaremos obsoletos. En ese momento, los habitantes del futuro no podrán vernos mirando a su alrededor, y solo podrán juzgarnos por una cosa: nuestros hechos.

La forma en que nos verán tales habitantes depende de dos factores; por una parte depende de su propia naturaleza y por otra depende de la nuestra: viendo el camino que han seguido podrán determinar desde qué punto de vista nos ven. Si han avanzado lo suficiente como para desbancarnos abierta y exponencialmente, nos verán como una cultura que no supo destacar históricamente. Si por el contrario avanzan con más lentitud de la que hoy en día lo hacemos, nos verían como una cultura avanzada para nuestra época. Entrar en más detalles sería desarrollar lo que ya está dicho en su esencia.

Personalmente, preferiría que en un futuro nos miraran con desprecio, ya que eso supondría que el avance que han alcanzado es mucho mayor que el avance del que disponemos hoy en día. Aunque esto no es más que un deseo personal. El hecho de que destaquemos en lo que (según la concepción general) nos hizo destacar. En mis idílicas imaginaciones de ese futuro, veo una civilización humana de emigrantes a otros planetas de otros sistemas solares por la superpoblación que ha supuesto el hecho de que podamos haber vencido por fin a la muerte, por eso y por el avance científico que supondría; un nuevo campo de exploración como en su tiempo lo fue expandirse por el mundo, descubrir América o poder por fin salir de la Tierra. Pero como ya bien he dicho, esto no es más que una idea personal.




Seguimos por suerte o por desgracia residiendo en este presente continuo, en el que como hace la ciencia o como ya desde hace mucho ha hecho la evolución, tiramos de lo que el pasado nos ha concedido para labrar en un presente una base para estar un poco más arriba en el futuro.